No importa el color, el sexo, el dinero, la fama… Pertenecemos a un gran todo que cambia constantemente y en esa rueda del tiempo siempre llegamos al mismo punto de partida. Ese momento sublime que todo lo iguala. Morimos para renacer formando parte de algo con distinto color y forma… Solo perduramos en los pensamientos de aquellos que de una forma u otra han formado parte de la rueda de nuestra vida. Seguro que en algún momento de la eternidad nos mezclaremos: tu y yo seremos parte de algo muy bello…